domingo, 25 de agosto de 2019

CAPITULO 21




Cuando salgo del despacho comienzo a dar saltitos de felicidad como si fuese una niña pequeña. Vuelvo al despacho sonriendo y veo a Pedro sentado en la mesa revisando unos papeles. Mira que es atractivo… no es demasiado guapo pero así, con esa camisa negra que lleva hoy y sus gafas de lectura está de un sexy que quita el hipo. Lástima que trabajemos juntos, que si no… Cuando levanta la cabeza para mirarme no puedo reprimir el impulso de lanzarme a sus brazos para agarrarme a él como una lapa. Él suelta una carcajada y se levanta para dar vueltas conmigo en brazos en el centro de la habitación. 


Su cara está a escasos centímetros de la mía, nuestras miradas se cruzan y un escalofrío recorre mi espalda. Nuestras respiraciones entrecortadas se mezclan y humedezco con la lengua mis labios, de los que él no aparta la vista. Solo tengo que agachar la cabeza y estoy segura de que su boca hará el resto, pero en vez de eso Pedro me pone en el suelo con cuidado y se aparta de mí con un carraspeo.


¿Qué demonios ha sido eso? Por un momento he sentido que la tensión sexual entre nosotros podía cortarse con un cuchillo… Debe ser mi abstinencia sexual, que me hace ver fantasmas donde no los hay.


—¿A qué viene tanta alegría? —pregunta— ¿Tenía razón o no?


—Así es. Tu primo ha venido a hablar con Christian del anuncio, pretendía que me fuera yo sola con él mientras tú te ocupabas de todo por aquí.


—Qué hijo de puta.


—Por suerte tu tío me ha dado la razón. Nos iremos los dos en enero para hacer el maldito anuncio. No sé si es porque conoce a su hijo o porque sabe que necesito tu ayuda, pero la verdad es que me alegro muchísimo de su decisión.


—Deberías contarle lo que pasó, Paula. —Su voz es apenas un susurro.


—Es su hijo, Pedro. Además, no hay nada que lamentar.


—¡Porque aparecí justo a tiempo! ¿Pero qué pasará si vuelve a intentarlo y no estoy ahí para detenerle, Paula?


—Si eso ocurre le daré un buen rodillazo en sus partes tiernas, verás cómo me suelta en el acto. La otra vez me pilló desprevenida, la próxima vez no tendrá tanta suerte. ¿Vamos a tu casa o a la mía hoy? —pregunto cambiando de tema.


—A la mía, he preparado algo rico para cenar.


—¿Vas a mostrarme tus artes culinarias secretas? —bromeo.


—Siempre termino cocinando yo, vayamos donde vayamos te escaqueas —contesta con una sonrisa—. A ver cuándo me haces de cenar tú a mí…


—Un snob como tú seguro que sabe cocinar algo más elaborado que un puré de patatas o una carne en salsa…


—¿Sabes qué? Mejor nos vamos a tu casa. La cena de hoy me la comeré yo solo el fin de semana…


—¡Está bien, está bien! Reconozco que eres muy buen cocinero.


—¡Te vendes por una cena! —ríe él— Esperaba más de ti…


El resto de la mañana pasa relativamente deprisa, como todos los días de la última semana. A la hora de comer me voy con Luisa al KFC de la esquina.


—Bueno, cuéntame. ¿Qué tal con Lobo solitario? —dice ella cuando nos sentamos a comernos el pollo.


—Pues hoy no he mirado si tengo mensajes.


—¿Y a qué esperas? ¡Saca el móvil!


Me río ante la impaciencia de mi amiga. Yo quería leerlos en la tranquilidad de casa, cuando me metiese bajo las mantas, pero realmente quiero saber si me ha escrito y abro la página donde le conocí. ¡Tengo tres mensajes de él!


(8:30 am) Buenos días, preciosa. Lo prometido es deuda, hoy estoy a tu entera disposición. ¿Cómo se presenta el día?


(9:00 am) Parece que hoy mi conejita está muy ocupada en lo que quiera que trabaje… Yo también tengo hoy mucho trabajo… mi jefa es una negrera.


(10:00 am) ¿Sabes? No puedo concentrarme en el trabajo. No dejo de pensar en la conversación que tuvimos el otro día… Y estoy deseando que tengamos la próxima.


Sonrío ante los mensajes y le paso el móvil a Lu para que los lea.


—Esto pinta bien —dice entregándome el teléfono—. Parece bastante interesado en ti.


—Solo hemos hablado unas cuantas veces, no puedes saber si está interesado en mí. Tal vez se sienta intrigado por el misterio, pero nada más.


—No seas tan negativa, ¿quieres? ¡Vamos, contéstale!


—¿Que le conteste? ¿Y qué le digo?


—¡Bueno, échale imaginación!


Tras pensar un momento, le escribo un correo.


Buenas tardes, Lobo solitario. En vísperas navideñas mi trabajo me absorbe por completo, pero no me olvido de ti. Dile a esa jefa tuya que te trate con cuidado, a ver si me voy a quedar sin ti antes de tiempo. ¿Qué te parece si retomamos esa conversación pendiente esta noche? Estaré libre sobre las once. Sé que es tarde… pero mi trabajo no puede esperar


Diez minutos después estoy en el despacho de nuevo. 
Pedro ha ido a hacer unos recados y no volverá hasta dentro de una hora. La verdad es que ahora mismo no tengo mucho que hacer, necesito el material que traerá Pedro para continuar, así que abro la aplicación para ver si tengo algún mensaje de mi chico misterioso. Ahí está de nuevo su mensaje.


¿Eres Mamá Noel? Seguro que los niños se quedan embobados cuando 
entras por su chimenea.
Mi jefa me trata bien… solo es muy exigente y perfeccionista.
Le diría que se relajase pero no serviría de nada, así que… Esta noche a las once estaré esperándote, preciosa… impaciente desde luego







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