sábado, 24 de agosto de 2019
CAPITULO 19
No he recibido noticias de él en todo el día… supongo que estará muy ocupado. Antes de acostarme le enviaré un mensaje.
Unas manos masculinas acarician mi pierna lentamente. Sus dedos apenas rozan mi piel, pero su tacto me está poniendo la piel de gallina.
Suben despacio por mis pantorrillas, mis rodillas, mis muslos… y se saltan mi sexo para pasar a recorrer mis costillas. Las cosquillas que me hace me arrancan una carcajada y hacen que me remueva en el agua, tirando la mayor parte al suelo.
—Cuidado, preciosa… vas a ponerlo todo perdido.
Sé que es mi chico misterioso quien me toca, mi lobo solitario, pero es la voz de Pedro la que escucho en mi cabeza. Tan ronca, suave, sensual… Mis pezones se ponen duros solo con oírla y mi sexo gime de deseo porque lo toque, porque lo saboree con su lengua caliente. Pero él solo se limita a acariciarme despacio, muy… muy despacio…
—Paula…
Su boca baja por mi cuello lentamente hasta encontrarse con uno de mis pezones sonrosados, que está enhiesto esperando la caricia de su lengua.
Un gemido escapa de mis labios cuando sus dientes lo atrapan, cuando su lengua lo acaricia, cuando sus labios lo succionan.
—Tócame —suplico con un gemido.
—Aún no, cariño… aguanta.
—¡Eh, Paula!
La voz de Pedro me sobresalta y tiro el agua fuera de la bañera en un intento inútil por cubrirme, porque él está al otro lado de la puerta.
—¿Sí? —contesto con la voz aún algo ronca por el sueño… y el calentón.
—La cena está lista.
—Ahora mismo salgo.
Salgo de la bañera y me seco pensando en lo que he estado soñando hace un momento. Ha sido un sueño de lo más caliente… y extraño.
Diez minutos después voy al salón con unos pantalones de yoga y una camiseta, porque no pienso permitir que mi ayudante me vea con uno de mis pijamas de muñequitos. En la mesa encuentro una cena digna de un rey: verduras rehogadas, pollo a la plancha y puré de patatas. Yo estoy acostumbrada a comerme un sándwich o pedir comida al chino… mi cocina no está hecha a tanto trote
—¡Guau, Pedro! —exclamo sorprendida— ¿También cocinas?
—Esto no es cocinar, Paula, es defenderse en la cocina. Soy un tío al que le gusta comer bien y eso solo se consigue cocinando tú mismo.
—Créeme, en este momento me alegro de ello. Todo tiene una pinta deliciosa.
Nos sentamos a cenar mientras hablamos del trabajo. Está todo delicioso, y cuando me doy cuenta he terminado con toda la comida que Pedro me ha puesto en el plato.
Preparamos un café y nos sentamos en el sofá tranquilamente.
—Estaba todo delicioso, Pedro. Muchas gracias por todo, de verdad.
—No hay de qué, jefa. ¿Estás ya más tranquila?
—Sí… creo que el mal rato ya ha pasado.
—¿Qué hacía allí mi primo? Creo recordar que no tenía cita prevista.
—Así es, se presentó por sorpresa. Quiere que vayamos a grabar el anuncio a los viñedos Cavalcanti en Italia. Le he dicho que son demasiados gastos para quitármelo de encima, pero dice que él correrá con los gastos.
—No vas a poder negarte. En cuanto Christian se entere te dirá que prepares las maletas.
—Lo sé —digo suspirando—. Mañana debemos buscar un fin de semana en el que ambos podamos escaparnos a Italia.
—¿Ambos? —pregunta extrañado.
—No creerás que voy a irme yo sola con Mauro a Italia, ¿verdad? Pedro… espero que domines el italiano, porque…
Él suelta una carcajada y tras dejar ambas tazas en el fregadero, se pone su chaqueta dispuesto a marcharse.
—Bueno, jefa… debo irme. Tienes que descansar… y yo también para que se me quite el dolor de cabeza por completo.
—Es verdad… lo siento —digo avergonzada por no acordarme de su malestar—. Con todo lo que ha pasado se me olvidó que estabas mal.
—Tranquila… sobreviviré. Que descanses.
—Tú también. Y Pedro… Gracias.
—No hay de qué.
Cuando cierra la puerta tras de sí, miro el teléfono a ver si tengo algún mensaje de mi chico solitario. Ahí está… esperándome en mi bandeja de entrada.
Buenas noches, preciosa. Hoy no hemos podido hablar, pero mañana me desquitaré, te lo prometo. Dulces sueños, Bunny… por ahora.
¿Por ahora? ¿Qué habrá querido decir con eso? Le contesto un sencillo “Buenas noches, que descanses tú también” y me voy a la cama.
Sueño que un par de chicos misteriosos me reclaman… por completo.
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