lunes, 2 de septiembre de 2019

CAPITULO 48




A la mañana siguiente me siento como si me hubiese atropellado un camión… o un tren de mercancías. Me duele todo el cuerpo y no puedo abrir el ojo de lo que se me ha hinchado, pero aun así me levanto de la cama con la intención de ir a trabajar. Veo a Stephanie salir del cuarto de baño secándose el pelo y me mira con una ceja arqueada cuando me ve sentada en la cama.


—¿Dónde crees que vas? —pregunta.


—A trabajar, ¿dónde si no?


—¿Con esa cara? Quédate en la cama, Paula.


—Hay mucho que hacer y quiero volver a casa de una vez, Steph.


—Tienes el ojo como una pelota de tenis morada.


—Me pondré gafas de sol.


—Christian y Pedro son muy capaces de hacer el trabajo, ¿sabes?


—¿Christian ya está aquí?


Pedro me mandó un mensaje hace veinte minutos para decirme que había llegado.


—Pues con más motivo tengo que levantarme —contesto poniéndome de pie.


Me doy una ducha e intento disimular con maquillaje el moratón que tengo en la boca. El del ojo es imposible hacerlo, así que me pongo mis gafas de sol y bajo al salón a desayunar. En cuanto Christian me ve aparecer se acerca a mí bastante avergonzado y me abraza con fuerza.


—Perdóname, pequeña. Si llego a saberlo…


—No es culpa tuya, Christian. No tengo que perdonarte nada.


—No debí mandarte a hacer este trabajo. Si no lo hubiera hecho, ahora…


—Estoy bien, solo tengo unos cuantos moratones. El señor Cavalcanti llegó a tiempo.


—Nunca podré pagarle por eso.


—¿Qué tal si desayunamos y nos ponemos a trabajar? —sugiero— Estoy deseando volver a casa.


—Te marcharás en el avión de las cuatro, Paula —dice mi jefe—. Necesitas descansar y recuperarte.


—No voy a irme a ninguna parte. Aún no he terminado mi trabajo.


—Sé exactamente lo que quieres para el anuncio —añade Pedro, que ha permanecido en silencio hasta ahora—. Me las apañaré muy bien sin ti.


—Pero…


—Paula, por favor, vete a casa y descansa un par de días, ¿de acuerdo? —dice Christian— Necesitas reponerte de todo esto.


—Estoy bien, ¿Cuántas veces debo decirlo?


—Es una orden —sentencia—. Que no te lo tenga que volver a repetir.


Suspiro pero al final asiento y me acerco a la mesa a desayunar. Subo a mi habitación a hacer la maleta, y unos minutos después Pedro entra y cierra la puerta a sus espaldas.


—¿Lo tienes todo listo? —pregunta.


—Sí, solo me falta meter el neceser.


—Es lo mejor para ti, nena.


—Lo sé, pero no quiero irme sin dejar el trabajo terminado.


—¿Crees que no seré capaz de hacerlo bien sin ti?


—Sé que lo harás perfectamente, pero necesito supervisarlo personalmente.


—Mi obsesa del control al ataque de nuevo… —susurra abrazándome


— Te voy a echar mucho de menos.


Me besa y por suerte no tengo que contestarle. 


Sus labios acarician los míos suavemente, y por un momento creo que voy a tener que apartarle de mí para evitar terminar en la cama, pero para mi sorpresa se aparta y coloca un mechón de pelo tras mi oreja.


—Intenta descansar un poco antes de comer. El vuelo es muy largo y vas a terminar destrozada.


—No necesito dormir, Pedro. Puedo hacer algo mientras tanto.


—Métete en la cama o te juro que me aseguraré de que te quedes ahí metida aunque eso signifique revelarle a mi tío lo nuestro.


Obedezco sin rechistar y Pedro quita la maleta de los pies de la cama y me cubre con el edredón.


—Ahora a dormir. Mandaré a Stephanie a despertarte cuando vayamos a comer.


Pedro se marcha y salto de la cama para coger el teléfono. Si tengo que permanecer en la cama al menos hablaré un rato con Wolf… que por suerte está en línea.


Conejitasexy: Buenos días, Wolf.


Lobosolitario: Buenos días, cariño. ¿Qué tal te encuentras?


Conejitasexy: Mejor. Hoy vuelvo a Nueva York.


Lobosolitario: ¿Has terminado el anuncio?


Conejitasexy: No, pero mi jefe ha venido a sustituirme. Quiere que me tome unos días libres para descansar y reponerme.


Lobosolitario: Bien por tu jefe.


Conejitasexy: Me gustaría quedarme para terminar mi trabajo, pero no me permiten hacerlo. Ni él ni mi ayudante.


Lobosolitario: ¿Acaso crees que tu ayudante no será capaz de hacer el anuncio sin ti?


Conejitasexy: Mi ayudante es más que capaz de hacerlo. De hecho si quisiera podría arrebatarme el puesto.


Lobosolitario: ¿Entonces por qué no aprovechas las vacaciones que te han dado? Relájate y reponte de los golpes, nena. El trabajo puede esperar.


Conejitasexy: Podría aprovechar para conocerte.


Lobosolitario: No es el momento. Aún no.


Conejitasexy: Nunca es el momento.


Lobosolitario: Pronto lo será, te lo prometo.


Conejitasexy: Aún no he terminado con Pedro.


Lobosolitario: ¿Quieres hacerlo?


Conejitasexy: Sí, claro, pero con todo lo que ha pasado no creo que sea el momento. Lo haré cuando regrese de Italia.


Lobosolitario: ¿Has vuelto a acostarte con él?


Conejitasexy: No, no lo he hecho.


Lobosolitario: Buena chica. ¿A qué hora sale tu vuelo, Bunny?


Conejitasexy: A las cuatro. Me han obligado a dormir antes de comer, por eso he aprovechado para hablar contigo.


Lobosolitario: Deberías obedecer y descansar, nena. El vuelo es muy largo.


Conejitasexy: Puedo dormir en el avión.


Lobosolitario: Cierto, pero es mucho más incómodo. Puedes dormir ahora y aprovechar el vuelo para leer, por ejemplo.


Conejitasexy: Buena idea. La verdad es que los analgésicos me dan algo de sueño.


Lobosolitario: Pues intenta dormir. Hasta pronto, preciosa.


Conejitasexy: Hasta pronto, Wolf.


No hay comentarios:

Publicar un comentario