miércoles, 4 de septiembre de 2019

EPILOGO




Estoy sentada en la mesa de mi despacho y el tono del whatsapp en mi teléfono me hace sonreír.


Lobosolitario: ¿Cuánto te queda, Bunny? Ya llegas un cuarto de hora tarde.


Conejitasexy: Estoy terminando unos informes y salgo para allá, tranquilo.


Lobosolitario: La cena se está enfriando.


Conejitasexy: Te prometo que en menos de diez minutos voy para allá, Wolf.


Lobosolitario: Eso dices siempre, y al final termino metiendo la comida en el microondas.


Conejitasexy: Si no hubieses cambiado de trabajo tendría un ayudante absolutamente eficiente y no tendría que quedarme hasta tarde arreglando los estropicios de Nicole.


Lobosolitario: Era necesario hacerlo, nena. No podíamos pasarnos el día follando como conejos… aunque tú lo seas.


Conejitasexy: Muy gracioso… pero si sigues distrayéndome no podré terminar dentro de diez minutos.


Pedro deja de estar en línea y me centro de nuevo en rellenar el maldito informe que he tenido que repetir por culpa de la incompetente de mi nueva ayudante. Ahora Pedro trabaja en la empresa Cavalcanti con Bella, decisión que tomamos al poco de empezar a salir en serio porque queríamos que fuese de dominio público. 


Además, más de una vez terminamos corriendo a casa porque no podíamos aguantarnos las ganas de hacer el amor…


Unos golpecitos en la puerta me hacen sonreír. Pedro la abre con una mano mientras con la otra hace malabares para transportar un par de bolsas llenas de envases de comida.


—Como te conozco muy bien, he pensado que podemos hacer un picnic en tu despacho —dice antes de besarme.


—Te quiero —contesto husmeando en las bolsas—. ¿Qué has cocinado?


—No lo he hecho yo, nena. He llegado muy tarde a casa y he improvisado comida china de tu restaurante favorito.


—Igualmente te quiero, me muero de hambre.


Hace ya un año que vivimos juntos, y la verdad es que todo va a las mil maravillas. Pedro me entiende perfectamente, y en vez de enfadarse
cuando me olvido de vivir por culpa del trabajo se limita a recordarme que está ahí con pequeños gestos como el de esta noche. No puedo ser más feliz.


No quería enamorarme, creí que eso significaba complicarme la vida y terminar sufriendo, pero en vez de eso el amor ha llenado mi vida de algo que antes me faltaba: tranquilidad y felicidad.


Terminé por cazar a mi lobo solitario… y Pedro terminó por cazarme a mí.



2 comentarios: