miércoles, 21 de agosto de 2019

CAPITULO 8





Me abre la puerta del copiloto para que pueda entrar, y cuando se sube a su lugar arranca el motor con una sonrisa.


—Compré este coche para que mi adorable exmujer no se quedase con todos mis ahorros cuando me divorcié. No tengo un céntimo, pero tengo un coche con el que puedo ligar sin problemas.


—Eso es si lo que te interesa de un hombre es su coche.


—A todas les gusta un hombre que tenga dinero, y este coche las hace creer que lo tengo.


—Es muy triste pensar eso, ¿sabes? No a todas las mujeres nos interesa el dinero.


—¿Qué te interesa a ti, Paula?


—Yo estoy demasiado ocupada ahora mismo como para pensar en relaciones.


—¿Y te compensa trabajar tanto?


—Creo que sí. Me gusta mi trabajo y me satisface haber llegado donde lo he hecho.


—Quizás sea un triste consuelo cuando te des cuenta de que has perdido tu vida en cosas que no merecen la pena.


El resto del camino lo hacemos en un cómodo silencio, roto únicamente por la música que suena en la radio. Pedro detiene el coche frente
a la puerta de mi casa y tras una leve despedida continúa su camino. Me quedo parada en la acera viendo las luces de su coche desaparecer a lo lejos y pienso en las palabras de Pedro. Aún soy muy joven, pero ¿qué pasará cuando tenga sesenta años y me dé cuenta de que lo único que he hecho en la vida ha sido trabajar? Con un suspiro, subo a casa con una nueva idea en la cabeza: voy a empezar a socializar más con el sexo opuesto.




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